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La fotografía en la era de la posverdad

  • Por Rodrigo Roberto Soria
  • 9 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

La fotografía podría considerarse, sobre todo en los tiempos que corren, un arma de doble filo. Por un lado parte de una base muy democrática, en el sentido que prácticamente todos podemos realizar fotografías, ya es raro encontrarse con alguien que no posea un teléfono celular dotado de una cámara fotográfica, también sabemos que la cantidad de imágenes que se producen y suben a cada instante a las redes sociales es descomunal. Pero esta simplicidad a la hora de producir y publicar imágenes nos impulsa a creer que con la misma facilidad y a la misma velocidad podemos comprender y decodificar cualquier imagen, como si no se requiriese un ejercicio de reflexión y análisis.


La caída en este error es impulsada también por la idea más básica en torno a la fotografía en donde se considera que esta simplemente “congela momentos”, siendo esto claramente erróneo, el tiempo no se detiene ni en la más maravillosa fotografía. Lo que está haciendo cada fotógrafo al producir su obra es cifrar símbolos del mundo y plasmarlos en imágenes, de la misma manera que cuando escribimos, aunque en el caso de la fotografía este proceso pude ser más o menos consciente.


Por otro lado,si entendemos que la percepción que tenemos del mundo esta mediada por conceptos,los cuales se van moldeando a través de nuestras experiencias, y que dentro de estas las imágenes tienen un rol preponderante, entonces tenemos que aceptar que la fotografía no juega un rol inocente o meramente superficial ya que tiene la capacidad de ir modificando alterando la propia forma en que percibimos el mundo.Podemos ilustrar esto observando ámbitos como la industria en donde se utiliza a la fotografía para generar necesidades; en el mundo de la moda o los medios de comunicación en general logrando imponer cánones de belleza; incluso podemos ver, obviamente, como los partidos políticos la utilizan para intentar colocar a sus candidatos. Podríamos seguir enumerando un sin fin de ámbitos en donde la fotografía es utilizada con precisión y frialdad para intentar moldear nuestra forma de pensar. Todo esto tiene un agravante adicional, el cual es la reproducción exponencial de estos nuevos cánones y lenguajes impuestos desde la industria, por parte de la sociedad a través de las redes sociales, incrementando aún más su poder de modificar nuestros paradigmas de belleza, conductas, consumos, etc. es decir modelar la forma en que percibimos el mundo.


Teniendo en cuenta los aspectos mencionados, podríamos arriesgarnos a decir que en cierto sentido, y por lo general, que no estamos preparados o incluso que somos analfabetos a la hora de leer y crear imágenes, obviamente cuando digo esto me refiero al ámbito más cotidiano y de ninguna manera a la órbita de la industria de las imagines en donde cada detalle de una imagen tiene un sentido meticulosamente pergeñado.En este sentido podemos arriesgarnos a decir que la fotografía es una de las herramientas más poderosas de la posverdad, entendiendo a esta como la situación en donde los hechos facticos son ignorados y se apela más a las emociones u opiniones personales, instaurando, por estos medios, una nueva realidad para el espectador.

Es por eso que considero que nos urge una educación en torno a la lectura y creación de imágenes, como en su momento fueron los planes de alfabetización universal, esto para no caer tan inocentemente en las trampas de los medios masivos de comunicación, redes sociales, publicistas, etc. y para tener las armas necesarias para poder utilizar la fotografía como una poderosa aliada a la hora de luchar por los ideales que consideremos más justos y nobles.



FOTOS: Rodrigo Roberto Soria.


 
 
 

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